domingo, 27 de diciembre de 2009
La política de Duhalde, la no política de Macri
Luego también lo traicionaron Mauricio Macri y Francisco De Narváez, a quienes quiso prohijar. El primero llegó a considerar mala palabra a uno de sus mentores políticos y huyó espantado cada vez que Eduardo Duhalde o algún duhaldista se quiso sacar una foto o aparecer cerca suyo. Hubo varios episodios de ese tipo durante la campaña legislativa de este año.. De Narváez en cambio, tiene al yerno de Duhalde como uno de sus operadores políticos, y tiene a varios duhaldistas como laderos y armadores incondicionales. Por caso, Antonio Arcuri, cacique sanvicentino. Arcuri es una especie de casero de lujo de Eduardo Duhalde en San Vicente, que llegó a menejar 2 millones de dólares diarios, cuando era presidente del fondo de reparación histórica del conurbano bonaerense. De Narváez fue más vivo.. NO le dijo que no a los duhaldistas, les dijo que sí. Pero les advirtió que no sacaran la cabeza afuera, los mantuvo y los mantiene escondidos.
Esta semana Eduardo Duhalde volvió a mostrar que no es tan buen jugador de ajedrez. Y que su actual fama de estadista es una muy bien montada estrategia de marketing que incluye contarles a los periodistas que se telefonea casi a diario con Lula, con Felipe González, con Giovanni Sartori o que habla cada media hora con Eliseo Verón. Hay dos hechos en un mismo episodio que demuestran que todo es bastante menos sólido que lo que cuentan. El primero es su pésimo cálculo al lanzarse a la carrera presidencial. Carlos Reutemann, harto de las chanzas de Duhalde y su mujer, la senadora Chiche González, en una excelente nota que dio el fin de semana pasado, lo chicaneó: “que se lance nomás, yo ahora no estoy pensando en mi candidatura. Antes tenemos que pensar qué país queremos. No se trata de nombres, se trata de ver cómo construimos un proyecto colectivo”, le respondió el Lole. Y Duhalde a las pocas horas, entró en el juego.. Ese es el primer hecho que demuestra que Duhalde se mueve por impulsos de frenética venganza. Nadie seriamente piensa que puede remontar la malísima imagen que tiene entre los argentinos. Ni siquiera para ganarle a Kirchner y aunque sea el candidato del Clarín y parte del stablishment.
El otro episodio que demuestra que no sólo es mal jugador de ajedrez sino también un corto estadista, es que al día siguiente de lanzarse como candidato, arriesgó nombres para un futuro gabinete. Graciela Camaño, Alfredo Atanasof, Roberto Lavagna, Remes Lenicov. Salvo Graciela Camaño, que viene demostrando algunos cambios sólidos en su performance política, el resto es historia demasiado antigua. Y en algunos casos, demasiado oscura, como la de Atanasof. Duhalde no para de hablar por estas horas. Parece descontrolado. Nada bueno puede construirse desde el odio. Y él está parado sobre el resentimiento y la idea de la venganza.
Debe ser cierto lo que dice Julio Bárbaro. “Los duhaldistas están más preocupados por ver cómo reconstruyen ellos sus propias vidas que por el país”. De otro modo no se explica tanta desesperación.
Sobre Mauricio Macri ya no hace falta decir mucho. En éstas semanas volvió a demostrar que no tiene ninguna sensiblidad para la política y la gestión de la cosa pública. La renuncia de Abel Posse, ferozmente criticado hasta por su filósofo de cabecera Alejadro Rozicthner, a 11 días de haber asumido, terminó de desnudar la ineptitud. 10 puntos en caída libre según su propio encuestador Julio Aurelio. La broma más escuchada esta semana en distintos ámbitos políticos y sociales, fue que “finalmente Franco (su padre) tuvo razón al echarlo de la gerencia de todas sus empresas por inútil”. (Lo de inútil forma parte de la versión y no es una consideración personal) Aquella idea viene circulando calladamente desde hace años y las declaraciones que Franco Macri hizo hace unos meses al diario La Nación no hicieron más que abonarla. En aquel momento el jefe del clan dijo que Mauricio no podía ser presidente de la nación. Y todavía falta ver cómo se desarrolla la causa de las escuchas. Algunas fuentes bien informadas sostienen que hay elementos que comprometerían a la jefatura de Gobierno porteño.
En este marco, sería muy saludable que apareciera una figura que serene los ánimos.
Nada se puede esperar de Néstor Kirchner, que tensiona toda el tiempo.
La Presidenta que podría hacerlo, no parece poder controlar la situación personal que le impone Kirchner. Como venimos diciendo, buenas medidas de gobierno, son teñidas por el desorden, la crispación y la desconfianza. Por caso la reunión de esta semana con los empresarios para recomponer el diálogo y bajar rispideces. En medio, la decisión del juez Oyarbide, realizado en base a los peritos de la Corte, sobre el patrimonio de la familia presidencial, vino a sembrar más incredulidad y bronca.
Es imprescindible que aparezca una figura en condiciones de ponerse por encima de las diferencias y los trastornos. Que pueda ofrecer una mirada política superadora sin hablar ya de candidaturas. Los medios y los periodistas deberíamos empezar a observar mejor para determinar quién realmente puede plantear un proyecto abarcativo, y no deberíamos, los periodistas y los medios, estar todo el tiempo tratando de bajar al barro a todo el mundo, a la coyuntura más venenosa y vulgar. Es menester que alguien se ponga al frente y conduzca este proceso de necesaria reconstrucción. Sin discursos y prácticas refundacionales. Que conduzca un proceso en calma con opciones superadoras. Y no esta fantochada que desde la no política ensayó Macri, empapado de la cultura más básica de los empresarios mediocres, o que desde la política pretende imponer Duhalde con odio y resentimiento. Alguien, con criterio, sentido de la justicia, sensibilidad y capacidad que no se deje apurar y que entienda que esta vez, la Argentina tiene que ser un Estado. Un estado que incluso podría albergar la discusión sobre distintas naciones planteadas por los pueblos originarios.. Que contenga a las organizaciones sociales serias y sanas y no busque cooptarlas o desaparecerlas. Y que sepa explicar por qué algunos tendrán que ceder para que en la Argentina, de una vez por todas, entremos todos.
lunes, 21 de diciembre de 2009
Tinelli, los Kirchner y cómo pensar en un país mejor
Cuando era chica mis padres nos hubieran prohibido a mis hermanos y a mí mirar el programa de Tinelli. Hubieran dicho barbaridades de las peleas que se ven en cada uno de los segundos de los programas de chimentos. Se hubieran alarmado de las groserías, del desparpajo, y de la falta de seriedad y disciplina para el trabajo y el estudio con que esos personajes se toman la vida. Hubieran despotricado contra las vulgaridades y contra el uso mercantilista de algo tan bello como el cuerpo de las personas. Definitivamente nos hubiera prohibido mirar esta televisión que los argentinos tenemos. Pero hoy es moneda corriente, algo casi natural. Es lo que ve el mundo adulto, y es donde se referencian muchos. Y es lo que ven muchos chicos. Eso que es un espectáculo, algo guionado, es percibido por muchas personas como la vida real. Primer punto del problema.
Muchas otras cosas de hoy nos hubieran prohibido, pero como la lista es larga y me van a acusar de troglodita, voy a abstenerme de enunciarla. Sin embargo agradezco esas prohibiciones, aprendí de límites y autoridad, con amor. Algunas de esas prohibiciones fueron hechas desde la falta de recursos económicos. Pero como no querían preocuparnos con esos asuntos de los adultos, nos decían una media verdad. Que la coca cola te perfora la panza, por ejemplo. Agradezco infinitamente esa media verdad. Gracias a la cual no me hice adicta a la coca cola. Y tampoco me hice adicta al consumo. Entonces me pregunto, ¿necesitaríamos una tele mejor para tener un país mejor? No solamente. Necesitamos mejores líderes, mejores políticos, mejores dirigentes y muchas más mejores personas. Punto fundamental del problema.
Néstor Kirchner y Cristina Fernández hicieron muchas cosas necesarias para la Argentina, ya dijimos esto. Instalaron debates y discusiones fundamentales. Y también dijimos como tantos otros que se enriquecieron sospechosamente.
Pero Néstor Kirchner y la Presidenta tienen inmensas dificultades para ponerse por encima de las diferencias y encontrar una instancia superadora. Y por eso se perdió parte de la buena gestión en un fárrago de críticas. No pueden dialogar. Se mostraron hasta ahora incompetentes para la construcción de un proyecto colectivo, un proyecto que nos haga sentir que todos formamos parte de la Argentina. Hacer algunas de las mismas cosas que hicieron pero con otros modos y utilizando otras herramientas, consultando, explicando, caminando otros senderos. Sin embargo hay que reconocer algo en favor de Néstor y Cristina Fernández. Y es que hay sectores en la Argentina que no quieren que las cosas cambien. Al menos eso parece. Y lamentablemente todavía no podremos saber qué respuesta tendrían esos sectores, los mejor acomodados y más poderosos, que le exigen al gobierno que atienda a los pobres. No sabremos aún qué pasaría si se les explicara de buena manera y con autoridad moral y política, que eso de atender a los pobres sólo es posible cambiando algunas prácticas y cediendo en la opulencia o en las ganancias especulativas.
Néstor Kirchner sobre todo, divide, tensiona, empequeñece la acción política y también la acción humana. Y aunque la Presidenta demuestra una notable inteligencia, la dinámica cotidiana de la vida en común, parece haberla enredado en una urdimbre sin inspiración.
Pero los Kirchner no son los únicos aunque en la cadena de responsabilidad están en lo más alto del podio en esta coyuntura. Los medios, los comunicadores, otros líderes y dirigentes, aún no demostraron que están a la altura de ofrecer un país mejor. Y la sociedad tampoco. Y aunque hay buenos indicios y más participación, todavía nos falta grandeza para dejar de pensar individualmente y re fundacionalmente, para pensar y construir un proyecto colectivo que nos incluya a todos.
Desde que ganó reverenciamos al nuevo presidente uruguayo. Y muchas veces me pregunté desde que vi las fotos de Pepe Mujica en chancletas en la cocina de su casa, si nos bancaríamos un presidente como él. El Pepe y Lucía creen en las cosas profundas de la vida y le dan poca importancia al consumo y la ostentación.
Si pudiéramos pensar en el conjunto y sin estridencias ni egoísmos, seguramente, no sólo tendremos una tele mejor, si no que ahí sí tendremos un país mejor. O estaremos construyéndolo al menos, acompañando a los que con tanto esfuerzo, ya lo vienen haciendo en soledad desde hace años.
domingo, 13 de diciembre de 2009
Scioli, Posse, el Colo y la Milagro
Porque lo que pasó con la familia Pomar no es sólo ineficacia y negligencia de las autoridades, la policía y los investigadores. Ojalá fuera solo eso. Todo parece indicar que se hicieron los vivos. Que creyeron más en las especulaciones, por cierto todavía no aclaradas, acerca de que “en algo raro andaba” Fernando Pomar. O que era medio loquito. Ninguno de los investigadores tomó en serio la posibilidad de un accidente, y todavía no explicaron por qué. No explicaron qué grado de seriedad tenían esas otras hipótesis tan pesadas que decían manejar como prioritarias. Todavía no explicaron por qué no le dieron crédito a la denuncia del hombre que dijo haber visto un auto volcado al costado de la ruta. Sería muy desalentador enterarnos que no se dio crédito a esa denuncia hecha al 911 porque el hombre es un albañil que no se expresa muy bien.
Scioli se encuentra en una crisis política descomunal, que afecta su hasta ahora inquebrantable traje de amianto. Esta vez no podrá echarle la culpa a Kirchner como cuando aceptó acompañarlo en la mamarrachada de las candidaturas testimoniales.
Abel Posse era un intelectual polémico, intenso, ríspido, muy poco diplomático para decir las cosas, pese a que toda su vida vivió de la diplomacia. Pero justamente por eso, también era blanco fácil para los cuestionamientos, dado que al ser un funcionario al que el Estado le paga el sueldo, representa los intereses de la Argentina y de todos los argentinos. Por eso en más de una ocasión sus declaraciones inclinadas a la derecha y a los sectores más reaccionarios, levantaron muchas y duras críticas. Ya lo dijo Horacio Rodríguez Larreta, Posse es un hombre "controversial". Pero ahora no es sólo un intelectual, ni un escritor, ni un diplomático. Posse es el ministro de Educación de la ciudad. Un lugar de extrema sensibilidad. Un ministerio que debe además tratarse con sensibilidad porque la materia sobre la que trabaja es de extrema fragilidad. Encima, los niños y los jóvenes están pasando por uno de los peores momentos de la historia reciente. Ese ministerio requiere además de conocimientos en la materia, mucho más diálogo que otros, sensatez, apertura, ductilidad, calidad humana y amor.
Posse no parece tener nada de eso. Además, Posse es retrógrado, obsoleto, autoritario, aparece como un violento que reivindica las peores prácticas de la dictadura, sanciona al rock con un desconocimiento brutal de lo que significó y significa como estandarte joven. Y comete un error también muy nuestro. Piensa que sus ideas o sus sensaciones son las de todos. Cree que todo el mundo está crispado porque él y el grupo de sus conocidos están crispados. NO existe en el pensamiento de Posse, la posibilidad de que haya quienes piensen distinto o sientan distinto. Los otros no existen. Y si existen, están equivocados. Por eso le cortó el teléfono al colega Ernesto Tenenbaum. Se podría hasta presumir que lo que Posse quiso decir esta semana en su columna de La Nación es que a los pibes chorros hay que matarlos a todos y que en la juventud está la gran tragedia de la Argentina. Posse dijo esta semana que él es el único valiente.
Macri no sólo no encuentra la forma de retomar algún tipo de camino más o menos adecuado para encauzar no ya su carrera política sino su administración, y sigue enredándose en su propia trampa. Tampoco fue culpa de Kirchner esta vez. Macri se metió solo en el lodazal. En cambio la incorporación de Diego Santilli, un hombre que sabe de política y demuestra sensibilidad para la gestión, podría darle al sector político que hoy confluye en la ciudad la posibilidad de pensar en el futuro. La declaración de Santilli de querer ser el Al Gore de Macri, debe leerse en varias direcciones.
En este marco la marcha que organizó el movimiento barrial Tupac Amaru esta semana debería ser leída con atención. Primero porque estaba llena de líderes sociales y sindicales. Algunos más demonizados que otros, con más o menos popularidad, pero todos con probada legitimidad entre sus bases. A Milagro Sala la acompañaron Luis D’Elía, Hugo Yasky (de la CTA), Sandra Rodríguez (la esposa del maestro asesinado en Neuquén Carlos Fuentealba), Roberto Baradel (de los maestros bonaerenses) y los dirigentes de Qubracho, entre otros. La excusa fue reclamarle a Macri una ciudad más inclusiva, una policía diferente a la que que saldrá a la calle, reclamarle políticas de vivienda, de educación y de salud para los más vulnerables. Pero la verdadera intención fue volver a demostrar que las organizaciones sociales ocuparon el lugar que dejaron vacante los partidos políticos y buena parte del Estado. Que hace años están trabajando allí, donde la política tradicional y el Estado (de nuevo hay que mencionarlo) sólo sembraron abandono. Esta semana quisieron volver a demostrar que ellos, los dirigentes de los movimientos sociales, no son instrumentos del poder kirchnerista como se cree y se quiere hacer creer. Por eso se muestran fuertes y juntos con organizaciones decididamente opositoras como Qubracho. Quieren demostrar que a ellos no los maneja nadie. Lo dijo claramente Sala, “no queremos discutir ni pelearnos, si no ponernos a charlar sobre cuál es el país que queremos para todos, de ese modo no estaríamos manifestando en la calle, incomodando a la gente”.
Algo más hay que decir. Esta marcha seguramente hubiera sido diferente si la dirigente no hubiera estado encabezándola. Fue tranquila, ordenada, no hubo un solo disturbio, nadie se apartó un milímetro de su lugar. Los representantes de Quebracho demostraron que las capuchas y los palos son "una marca" y que en esta construcción colectiva en la que intervienen preferirían salir de la resistencia activa y violenta para entrar a un proceso de diálogo. Aunque no se sabe aún qué capacidad negociadora tienen.
Milagro hace bromas, es de modos suaves, se ríe mucho, suele carajear como carajean algunos líderes populares del interior, es enérgica, pero no grita. Tiene un carisma arrollador.
El proximo gobierno sea del color que sea, no tendrá forma de soslayar la construcción política y social que están consolidando estos movimientos. Pese a todas las contradicciones que tienen, a las paranoias que los persiguen y a ciertos fundamentalismos que podrían hacer peligrar la consolidación en el tiempo, esta es hoy la construcción más genuina que existe en el país. En algún momento tendrán la posibilidad de demostrar si es cierto lo que dijo la dirigente de la Tupac: “no nos tengan miedo, los pobres estamos hoy preparados para discutir”. Esa declaración es todo un desafío para propios y extraños. Y también otra sentencia política de que llegaron para quedarse y crecer.
Milagro Sala fue la última en retirarse de la puerta de la jefatura de gobierno el miércoles, cuando ya todo había terminado. Se quedó hasta que la última persona que la esperaba para sacarse una foto, darle un beso y pedirle que le firme la remera se fue con su deseo cumplido. “Lo mejor de la vida es saberla aprovechar cada día”, le escribió en la espalda al muchacho que la esperaba. Y firmó bien clarito, "Milagro".
domingo, 6 de diciembre de 2009
La realidad, el poder y la autoridad
Esta semana casi todos los grandes medios, los analistas más destacados y los dirigentes nacionales, exhudaron euforia ante lo que llamaron “la gran derrota del kirchnerismo en el congreso”. Ellos, los analistas, los dirigentes y los medios dijeron que había terminado la época del poder ficticio que Kirchner tuvo del 28 de junio en adelante. Eso es falso. El poder de Kirchner sigue siendo real. Kirchner tuvo y sigue teniendo el manejo de todas las herramientas del Estado. Lo que Kirchner no tiene es autoridad. No representa la autoridad ni siquiera para muchos de los sectores que lo apoyan y están cerca de su pensamiento. Pero lo que sí el ex presidente representa es la encarnación de un cambio, de un revoltijo que no es sólo la ruptura de estructuras económicas, políticas y sociales históricas. La ruptura que promovió Kirchner incluye lo ideológico y por eso cuenta con el aval de muchos sectores que ven por primera vez, que sus reclamos son escuchados, que las reivindicaciones son concretadas. La cuestión ideológica está en la agenda de discusión aunque incomode a muchos. Pero eso no le confiere autoridad a Kirchner. Ni lo salvará de la Justicia.
Tampoco tienen autoridad otros dirigentes. Aunque hay algunos en mejores condiciones de construirla. Tienen más o menos presencia, más o menos aceptación popular, más o menos plata, más o menos estridencia cool. La oposición celebró esta semana una derrota asestada al oficialismo en el Congreso, en las narices de Néstor Kirchner. Pero pese a que suene políticamente incorrecto, esa mayoría obtenida por los bloques opositores, efectivamente fue una mayoría circunstancial. Difícilmente pueda mantenerse en el tiempo. Es que aún no existe “la oposición”. Existen bloques opositores. No existe un proyecto de país articulado desde “la oposición” que se enfrente al zafarrancho que armaron Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Un zafarrancho que si no hubiera sido tan agresivo ni tan fenomenalmente corrupto, tal vez muchos más lo hubieran celebrado casi tanto como la renegociación de la deuda en 2004/2005. Sin embargo, este zafarrancho, podría dejar algunos espacios despejados para empezar a instrumentar de una vez por todas, algún proyecto de país. Porque, convengamos, algunas cosas había que cambiar en esta Nación. Y los Kirchner las cambiaron. Pero ese proyecto todavía no apareció. Algo en el que todos, sin distinción, nos sintamos parte. Es una vieja excusa eso de que alguien siempre quedará disconforme. Es la excusa de los que en lugar de representar los intereses colectivos, representan los intereses sectoriales, de cualquier signo que sean. El gran desafío de un líder es hacer sentir a todos que de alguna manera, y desde algún lugar, forman parte de ese proyecto.
La oposición habla desde los slogans. Opina desde una inmadurez y una falta de preparación para conquistar del poder que alarma. Si no son capaces de ponerse de acuerdo y articular un bloque sólido ahora que están afuera del Gobierno, por qué habría que creer que sí lo harían estando en el Poder. Más que los individualismos y el vedetismo, lo que muestran los líderes de la oposición es que representan distintos intereses y que tienen precio. Y ese es el gran problema.
La política y la gestión, parafraseando a mi amigo, deben necesariamente construirse desde la realidad. Hoy la realidad descarnada dice que el 10 % más pobre de los argentinos reciben por mes menos de 300 pesos y el 10% más rico, casi 6 mil. Aunque los datos son mejores que en 2003, siguen siendo vergonzozos.
La realidad dice que no ya la pobreza, sino la miseria se viene ganando la vida de miles y miles de argentinos. Una miseria que se ve en la desnutrición, en la degradación cultural, en la falta de capacidad de chicos, jóvenes y adultos de encarar el estudio, el trabajo -si lo hubiera- o una vida digna porque la falta de proteínas de una dieta raquítica no les permite pensar o concentrarse. Una realidad que dice que los sectores más poderosos someten a los más vulnerables.
Una realidad que dice que hay miles de chicos y jóvenes desamparados mientras lo más reaccionario de la sociedad cacarea en contra del matrimonio gay y la adopción de niños argumentando que de ese modo se degradará la sociedad. Como si la sociedad no estuviera ya degradada hasta la insoportable.
Aunque algunos se lo tomen a la chacota tener dos papás o dos mamás no afectará el desarrollo del niño o su construcción como sujeto. Pero sí lo hara la falta de amor o el desamparo. Dice la specialista Cecilia Perrone que “La adopción es una responsabilidad de la sociedad que debe ser compartida rápidamente. Todos deberíamos estar involucrados en la adopción de niños. Ellos tienen derecho a vivir en una familia amorosa de la clase que sea”.
Pero la situación por la que atraviesa la Argentina no es sólo culpa de los Kirchner, aunque quede bien decir lo contrario. Es culpa del egoismo, la vanidad, los intereses mezquinos y la falta de preparación y sabiduría. Ahora, hoy, la resolución de los problemas argentinos es responsabilidad de todos. Pero si otra vez no entendemos que hay que construir un proyecto en donde necesariamente algunos tendrán que ceder y en donde tendremos que aceptar que otros piensen y sientan distinto, será inútil. Si no aceptamos eso es porque en el fondo queremos que las cosas sigan igual, que apenas haya algún matiz para tener la sensación de que estamos más seguros los que estamos mejor acomodados.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Los Kirchner, los medios y las contradicciones
Algunos mensajes aparecen muy contradictorios.
Los analistas y comunicadores dicen que Néstor Kirchner quiere manejar a los medios para evitar su catástrofe política y personal. Y seguramente es cierto. Kirchner y la presidenta Cristina Fernández son casos raros. Han tomado medidas necesarias para la Argentina, mejorado la Corte Suprema, las jubilaciones, restituídos derechos a grupos olvidados, hicieron lugar a reivindicaciones, mejoraron los ingresos salariales de los más postegrados, sólo por nombrar los casos más emblemáticos.
Sin embargo también se enriquecieron fabulosa y sospechosamente, permitieron prácticas administrativas que la justicia está mirando con mucha atención y dinamitaron toda posibilidad de diálogo, aún con los grupos políticos más afines. Desairaron innecesariamente al mundo y maltrataron a propios y extraños, incluyendo sectores del campo y la producción cuyos reclamos con un poco de tacto y política se podrían haber encauzado
Pero esos mismos comunicadores, medios o analistas, son incapaces de revisar sus propias acciones. Sus discursos son esquizofrénicos. Mientras declaran que Kirchner quiere manipular a la opinión pública, ponen el grito en el cielo cuando se los señala a ellos de influir para un lado o para el otro, tendenciosamente, sobre la gente. Niegan tener el poder de filtrarse en la cabeza de las personas. Y niegan responder a intereses particulares o sectoriales. Y esa es la peor mentira.
El problema de la inseguridad es gravísimo. Sobre todo en el conurbano bonaerense. Y no hay nadie con la suficiente presencia mediática que pueda encauzar en el discurso y en la práctica, este desastre. Son todos como manotazos de ahogados. Declamaciones histéricas. Gritos desgarrados que se suceden una y otra vez en las pantallas de televisión. No es verdad que en el mundo pase lo mismo. Acá tenemos la morbosa costumbre de ver una y mil veces las mismas imágenes del drama. Y los medios cumplen con la consigna.
La inseguridad es real y trágicamente palpable, pero los medios se encargan de oradar todo el tiempo en la psiquis de las personas.
Todas las medidas reclamadas y anunciadas tienden a establecer la mano dura. Menos libertades individuales para todos en pos de una mayor sensación de que estamos protegidos de los delincuentes.
No se escuchó por parte de las autoridades, ninguna medida tendiente a contener a la enorme cantidad de chicos y jóvenes desamparados en la provincia de Buenos Aires. Nada sobre ellos, sólo garrote. Avanzar en la baja de la edad de imputabilidad, penar las caras tapadas en las protestas, detener por sospechas de merodeo. Nada sobre políticas sociales.
Los sectores conservadores reclaman esta mano dura. También reclaman que el gobierno nacional se haga cargo de los pobres. Y de los chicos desamparados. Pero exigiendo que no se pague con sus propios impuestos a "estos vagos que sólo saben salir a robar". Otra vez la contradiccíon.
No será posible imaginar una Argentina con presente y futuro sin dirigentes abiertos y generosos, que piensen en el conjunto más que en sus intereses personales o sectoriales. Tampoco si parte de la sociedad, la más poderosa que incluye a los medios, no revisa sus propias posturas mezquinas y autoritarias, y si no logran entender que solidaridad no es lo mismo que caridad. Mientras no se entienda que es urgente un fuerte cambio de rumbo que necesariamente hará que los que más tienen dejen de ganar tanto para que los que menos tienen puedan empezar a sentirse incluídos en algún lugar, no será posible una Argentina normal o en paz como declaman algunos con cierta demagocia.miércoles, 25 de noviembre de 2009
El futuro del Jefe Porteño
Estos datos no tienen nada de subjetivo. Durante meses el jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, estuvo sosteniendo como titular de la Policía Metropolitana a Jorge Fino Palacios. Lo ratificó una y cien veces pese a las críticas y cuestionamientos que pesaban sobre el ex agente de la federal. Incluso por encima de una causa judicial en su contra en la que terminó procesado. La sospechas que sobre él pesaban por encubrimiento dentro de la causa AMIA fueron confirmadas por un juez.
El Fino era un hombre de la más estrecha confianza del jefe de gobierno. Macri lo había conocido luego de su secuestro en los ’90. Lo consideraba “un excelente profesional, no sólo en sus características tecnicas sino morales”. En una de las tantas veces que lo ratificó dijo que tenía “plena confianza en las calidades y cualidades de Palacios”. Y que era “el policía de la Federal más condecorado de los últimos 20 años. Un hombre absolutamente honesto”, enfatizó. Varias veces repitió que al Fino le tenía tanta confianza que le entregaba la seguridad de sus hijos.
El ala más política del gobierno porteño, la llamada pata peronista del PRO, jamás estuvo de acuerdo con el nombramiento de Fino Palacios. Creían que al menos, había que esperar a la resolución de la causa en la que estaba involucrado. Causa en la que por cierto apostaban 100 a 1 a que sería sobreseído. Y creían que había que nombrarlo una vez que ocurriera ese sobreseimiento. Pero algo salió mal. El último día de setiembre, el juez federal Ariel Lijo lo procesó por encubrimiento, abuso de autoridad, destrucción de pruebas y falsedad ideológica reiterada. Junto a Fino Palacios también procesó a Carlos Menem, Munir Menem, Hugo Anzorreguy y Juan José Galeano, entre otros. El juez Lijo dio por acreditado que Fino Palacios hizo desaparecer y destruyó 54 casets en donde había importantes elementos de prueba de la causa AMIA.
Pero recordemos que para esa época del procesamiento, Jorge Palacios ya había renunciado. Según se explicó lo hizo por razones personales y para no obstaculizar la puesta en marcha de la policía porteña. El 25 de agosto, cuando se conoció la noticia, Macri dijo que la renuncia “era un costo para la policía metropolitana porque se perdía un gran elemento” y que para reemplazarlo iba a buscar a una persona que reuniera las mismas cualidades de Palacios”. Mientras tanto dejó en su lugar al segundo, Osvaldo Chamorro.
Lo que vino después fue una sucesión de equivocaciones políticas groseras, cuya parte más estelar fue la victimización a la que se arrojó Macri. Con todo no hizo más que enterrarse en un lodazal del que nadie vislumbra aún salida.
Así apareció el espía Ciro James. Y el jefe de Gobierno dijo que se lo había plantado el gobierno nacional para boicotearlo. Pese a que James operaba gracias a una estrategia armada desde Misiones, donde algunos de los funcionarios judiciales que intervienen en esa causa trucha serían parientes de su amigo, Ramón Puerta, ex gobernador de la provincia.
Luego se desarmó la estrategia de que a James lo había plantado la Federal cuando el mismísimo Fino Palacios salió a decir que él lo había recomendado y que conocía a Ciro James desde 2004.
Después aparecieron las víctimas de Ciro. Entre las que estaba el cuñado de Mauricio, Daniel Leonardo, esposo de su hermana Sandra, distanciada de la familia.
Y luego aparecieron las víctimas de Chamorro, entre las que estaba el jefe de gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. Entonces se supo que las víctimas de Chamorro también serían de Fino Palacios, porque operaba desde su oficina y desde sus computadoras en una empresita que tenían juntos.
En la conferencia de prensa que ofreció a su regreso de Madrid, Macri no explicó nada. Sólo aprovechó la impericia y la chicana política de Aníbal Fernández para intentar contraatacar. Anibal Fernández hizo algo completamente desubicado: le pidió la renuncia a Macri. Y Macri aprovechó para salir a contra golpear y evitar así preguntas molestas. En ningún momento explicó cómo fue que en cuestión de días Fino Palacios pasó de ser el mejor policía de la argentina a un preso que abusaba de la autoridad, espiaba gente y armaba operaciones para perjudicar a las personas. Nunca explicó el nombramiento de Ciro James en el ministerio de Educación. Tampoco se le hacen a Mauricio Macri muchas preguntas inconvenientes.
Ahora desde el gobierno porteño explican el escándalo alegando ingenuidad política. El gobierno del hombre que viajó a España para instalar su imagen como candidato presidencial dice que un espía contratado por uno de sus ministerios, que operaba desde una oficina con una computadora y que el mejor policía de la argentina había recomendado, engaño a todos. Macri venía demostrando incapacidad para administrar la cosa pública. Sus prácticas casi escolares de ensayo y error, como estudiante de administración de empresas, quedaron expuestas sin ambajes estos días. NO se gobierna con slogans del estilo “no nos van a parar”. Su imagen pública empezó a caer. Gabriela Michetti desapareció de escena con la excusa de un problema de salud. Le va a resultar muy difícil a Mauricio Macri volver a pensar en el futuro político.
martes, 24 de noviembre de 2009
Milagro Sala y lo que no quisimos ver
A veces no nos gusta mirarnos al espejo. O no nos gusta mirar determinadas imágenes. Y preferimos girar la cabeza para un lado más conveniente. Pero que no miremos no cambia la realidad.
Ahora bien si cuando alguien nos avisa que estamos desalineados o nos advierten sobre lo que ocurre en aquel sector que no miramos encima nos enojamos, estamos en un problema. Como aquella viejas historias de matar al mensajero.
Por qué hago tanto preámbulo? Porque probablemente lo que voy a decir moleste. Porque por ahí son cosas que durante mucho tiempo evitamos mirar.
El lunes se juntaron en una conferencia de prensa frente al senado, por cierto un dato no menor, una cantidad muy considerable de organizaciones sociales. Lo hicieron para aclarar lo ocurrido en Jujuy con la organización Tupac Amaru de Milagro Sala y el escrache al senador Morales. Lo novedoso fue que se juntaron aquellas que hasta ahora eran supuestamente irreconciliables y lo hicieron para apoyar a Milagro Sala. Estaban las kirchneristas con las opositoras. Pero el dato más impactante fue que se sentaron juntos Luis D’Elía, de la federación de tierra y vivienda, y Fernando Esteche, de Quebracho. El piquetero oficialista y el piquetero más opositor de todos los opositores.
Qué pasó entonces? Los integrantes de las organizaciones estuvieron construyendo lo que la política tradicional no construyó: contención, esperanza y una vida más digna. Y también construyeron política. Y se fueron juntando y fueron encontrando coincidencias. Y los medios no reflejaron eso ni los periodistas nos enteramos. Porque sólo hablamos de ellos cuando hacen un piquete para reclamar algo.
Las organizaciones sociales, unas más, otras menos, se ocuparon de la gente más vulnerable. De los que se cayeron y no pudieron volver. De los que expulsó el sistema sin que nosotros nos demos por enterados. De los que nacieron sin nada. Unas con más recursos. Otras con el desdén del gobierno. Pero eso no les impidió avanzar hasta encontrar líneas de unidad incluso por encima del gobierno. Consolidarse hasta llegar a este momento de enorme fortaleza. En donde son capaces de poner sobre la mesa de discusión ciertos temas que la agenda pública tradicional, sea oficialista u opositora, no pone. Y también son capaces de advertirle institucionalmente al poder tradicional. Y remarco institucionalmente porque no resiste el menor análisis la pavada de que están armados y listos para jalar el gatillo.
Milagro Sala es una mujer coya que nació y se crió en Jujuy. Estuvo presa de muy joven y pasó por las drogas. Era pobre de todo. Las mujeres que trabajaban como prostitutas en los bajos jujeños, la ayudaron a salir. Hoy es la dirigente social más importante de la Argentina. Pero Sala no empezó a existir cuando Morales la acusó de haberle hecho un escrache. Milagro existía de antes. Mucho antes empezó a construir las 3500 casas que ya están terminadas para los jujeños más humildes, los centros de salud, los centros recreativos, las piletas climatizadas, las escuelas donde una de las materias es Autoestima. Milagro Sala no se roba la plata como hasta ahora ocurrió con algunos intendentes y/o gobernadores. Hasta sus peores detractores reconocen el trabajo de urbanización que hizo en Jujuy. Más allá de contradicciones o ciertos cuestionamientos que pueden ser válidos. Su organización tiene 70 mil adherentes. Levantó fábricas y carpinterías para que la gente pueda trabajar. Allá, acá en Capital, en Buenos Aires o en Mendoza.
Que las organizaciones hacen piquetes? Sí, hacen piquetes. Por algún motivo el poder tradicional no escucha más que cuando le cortan una calle. Lamentablemente no es una democracia muy justa.
Manejan plata? Sí, manejan plata y en el caso de Sala como en otros casos menos contundentes, esa plata se usa para mejorarle la calidad de vida a la gente…
Discuten el poder? Sí, discuten el poder que dejó afuera a millones de argentinos y argentinas que sólo sirven para articular discursos políticamente correctos…
Por eso es grave que el senador Morales o la doctora Carrió o el resto de los dirigentes políticos no estén tomando nota de lo que ocurrió, de lo que fueron capaces de hacer estas personas. Y mucho más grave es que las acusen como lo están haciendo. En cambio deberían hacer una profunda autocrítica y aprender de los que fueron capaces de mejorarle la vida a tantos argentinos sin las estridencias de los cargos.
sábado, 21 de noviembre de 2009
El candidato del Peronismo?
La mirada política
Aún con cierto riesgo de caer en el reduccionismo podría decirse que hay dos grandes maneras de mirar la política. Por un lado desde el cortoplacismo de los números y el éxito momentáneo. Es la política que hace alianzas con cualquiera con tal de ganar. La que le da lugar al canchero, al millonario, al que mejor mide en las encuestas aunque esos números no representen solidez, historia, trayectoria y capacidad para gestionar un proyecto colectivo donde la mayoría se sienta parte.
Y está la otra mirada, la de largo alcance, la que ve a la política como una construcción permanente. La que hace alianzas, eventuales o permanentes según el caso, pero poniendo a los mejores hombres y las mejores mujeres, a los valores y los principios, y los objetivos comunes por delante.
En el primer caso, el de hacer alianzas con cualquiera pueden citarse las que hicieron Chacho Alvarez y De La Rúa o Néstor Kirchner y Julio Cobos, que terminaron en rupturas escandalosas. Con el agravante de que fue para una elección presidencias
También puede citarse la que hicieron hombres sin partido ni ideas que alumbren, como Macri y De Narváez, con un peronista de raza, formado y con experiencia en gestión aún con los errores como gobernador en el peor momento de la Argentina, y con espaldas en la provincia de Buenos Aires, como Felipe Solá.
La Unión-Pro peronista, sirvió para construir el ensueño de que Kirchner perdía poder. El duhaldismo ayudó en esa idea aportandole a De Narváez aparato y hombres, y aguantando como nunca, la tentación de aparecer en los primeros puestos y en la línea de fuego.
El duhaldismo se refugió detrás de De Narváez para tratar de empujar a Kirchner y reorganizarse. El empresario, que ganó raspando por apenas un punto y poco, creyó –y aún lo cree- que se compró el derecho de poner al próximo presidente de la argentina. Aún peor, el diputado empresario, hijo de padres extranjeros y colombiano de nacimiento que ya una vez hizo interpretar la constitución bonaerense para ser candidato a gobernador, reclama que lo asiste el derecho a él mismo de ser presidenciable. Alega los pactos internacionales firmados por el país. Un juez de la Corte ya le mandó decir que, con esta Carta Magna, olvide su pretensión. Pero él cree que tiene el derecho de poner al próximo presidente.
En cambio, en la última elección del 28 de junio, la alianza que impulsó Elisa Carrió por la Coalición Cívica, con el radicalismo y el socialismo, buscó fundamentalmente romper la hegemonía K en el Congreso e imponer una acción institucional sólida además de una agenda pública diferente. Difícilmente el Acuerdo Cívico y Social llegue entero a las presidencial de 2011. La mirada política cortoplacista, oportunista y dubitativa de Julio Cobos, la ansiedad y los errores de Margarita Stolbitzer, más la oscura ambición de muchos radicales, y la falta de pulso político y los prejuicios del socialismo sano de Giustiniani y Binner, probablemente echen a perder una idea magnífica de unificar a la oposición en una alianza duradera para un futuro gobierno.
Carrió acusada de loca y apocalíptica inmoló su propia candidatura en la ciudad de Buenos Aires a cambio de un proyecto en todo el país. Fue la que luego del 28 de junio dijo que el dialogo político convocado por el gobierno era una maniobra perversa de kirchner para ganara tiempo. Carrió, acusada de doblegarse a la derecha, vuelva ahora a la política por todo lo que construyó en los años anteriores desde la centro izquierda del ARI. Habiendo asumido que las estructuras abiertas como el Acuerdo Cívico, o la misma Coalición Cívica, sin autoridades orgánicas y donde cada uno mantiene su independencia de criterio y de acción, son imposibles en un país donde la necesidad de construir estructuras sólidas y serias, que perduren en el tiempo, es imperiosa. Carrió se dio cuenta que mientras la acusan de mezquina y autoritaria el poder lo siguen detentando otros.
La Presidenta tiene razón
Aunque sea políticamente incorrecto, hay que decirlo: la presidenta Cristina Fernández tiene razón. Hay una discusión entre dos modelos. Pero lo que no dice la Presidenta, es que ni ella, ni su marido que opera en las sombras y tampoco los más encumbrados dirigentes de la oposición están en condiciones de dar esa discusión seriamente. Pero para ser justos, no parece haber todavía en el mundo dirigentes capaces de dar esa discusión. En Barcelona representantes de 170 países no lograron ponerse de acuerdo sobre la reducción de emisiones dañinas para el medio ambiente.
Veamos de qué podría tratarse.
Los modelos no son infantilmente sobre la izquierda y la derecha. Decir eso es funcional a los que quieren que las cosas sigan igual. Tampoco es sólo entre concentración económica o modelo de acumulación productiva como gusta decir la Presidenta. La discusión es entre un modelo que mata gente y puede hacer desaparecer al mundo y un modelo que busca que la riqueza se distribuya equitativamente, que modifique los sistemas de producción para que los ecosistemas sigan viviendo, para que el agua alcance para todos, para que los que no comen puedan alimentarse. La discusión es entre un modelo que destruye y otro que pueda mantener la vida sobre este mundo con más dignidad.
Pero acá, en esta parte del planeta, casi no nos damos por enterados. Como si la sequía en el interior fuera producto de una maldición. Las enfermedades a orillas del Riachuelo o de los basurales fueran a causa de una guerra química. Todavía creemos que los miles de argentinos que cartonean miserablemente todos los días y viven en la calle, lo hacen porque son vagos. Que los chicos fuman paco porque son unos descarriados que no quieren estudiar ni trabajar. El sistema, o la sociedad, decimos, no tienen la culpa. Y nosotros qué podemos hacer? Tampoco somos responsables, nos decimos.
El vicepresidente Julio Cobos juega con las instituciones. Esta semana anticipó que a principios de 2011 renunciará para ser candidato a presidente. Es oportunista. Desde el llano no contaría con los recursos que el Estado hoy pone a su disposición y que le facilitan la construcción política.
La doctora Carrió dio a conocer una carta que enviará a las Embajadas denunciando la situación de Argentina. México, Brasilia, Washington, Unión Europea, Santiago de Chile se enterarán por la dirigente más importante que tiene la oposición, que la Argentina sufre una "inusitada escalada de violencia", "incentivada por la prédica oficial lo que pone en peligro la vigencia efectiva de la democracia representativa". Carrió denuncia una autoconspiración y pretende instalarse como la garantía diplomática del orden democrático. Es inconcebible que una dirigente de su talla cometa la torpeza de denunciar fronteras afuera lo que no resiste análisis sólido fronteras adentro. Todas las Instituciones argentinas funcionan, incluso el Congreso, aún con las trapisondas de Kirchner. Ningún país serio se construye debilitando la consistencia nacional con proclamas antinacionales en el exterior. Aunque no nos guste lo que pasa, es lo que votó la mayoría y hay que dar la pelea adentro, donde según Carrió se dan los debates, en el Congreso.
Macri balbucea todo el tiempo, incapaz de decir la verdad. El jefe de Gobierno porteño agobiado por la ineficiencia, la torpeza y la ignorancia acerca de cómo gestionar la cosa pública, no puede salir de su propia trampa. Apenas atina a seguir buscando a quién echar culpas, a victimizarse. Pero puertas adentro muestra angustia y desazón. Macri no puede entender lo que le pasa. Llegó con espíritu refundacional, como si la ciudad hubiera sido un empresa quebrada que se compraba para hacer con ella lo que le viniera en gana. Ahora resulta que una brisa por el caso del espía Ciro James amenza convertirse en un tornado, y los muchachones simpáticos que limpiaban las calles de indigentes, terminaron siendo el grupo de tareas represivo y para estatal del macrismo en la ciudad.
De Narváez que es un gran impostor en el mejor sentido de la palabra, porque siempre está impostando, cree que con plata todo se compra, billetera mata política y sabiduría. Pero parece que hasta el peronismo decidió que esta vez no lo compra cualquiera. Reuteman aparece ahora cada vez más dubitativo. Esta semana empezará una peregrinación de dirigentes para animarlo hacia la candidatura presidencial.
Cristina Fernández y Néstor Kirchner no paran de demostrar que son autoritarios, que juegan un discurso de izquierda políticamente correcto para algunos sectores, mientras siguen aumentando de manera desfachatada y escandalosa, ellos y sus amigos, sus respectivos patrimonios. Cierran el diálogo, incapaces de aceptar la diversidad de pensamiento. Los buenos actos de gestión siempre terminan enturbiados por sus propios gestos inapropiados. Nada dicen sobre las patotedas de Moyano y sus hijos que se pasan por el traste la buena práctica sindical, el fallo de la Corte sobre la Libertad sindical y el escalafón de valores humanos.
En esta marco, las organizaciones sociales ocuparon el lugar de los partidos políticos. No sólo ayudan a los más vulnerables a comer, pensar, retomar los estudios y a organizarse. También re significaron el lugar de pertenencia, de identificación. No son todos piqueteros clientelistas. Hay algo de sentirse parte. Así es con los coyas de Milagro Sala o con la fiereza ideológica y práctica de un hombre íntegro como Fernando Esteche en Quebracho. Son cientos las organizaciones que crecieron exponencialmente desde 2001. Aún con dirigentes que saben de sus limitaciones intelectuales, aunque algunos están mejor preparados que ciertos políticos. En aquel lejano 2001 muchos intendentes las fogonearon. Ahora, que son autónomas y no se prenden en la política clientelar de los caciques partidarios, son denostadas. Ahora que reclaman formar parte del plan Argentina Trabaja y no depender de las miserables alcahueterías de los intendentes del conurbano, son activistas. Ahora que aprendieron a discutir, a no tener miedo y a levantar la cabeza, son violentos.
Definitivamente los encumbrados dirigentes políticos de nuestro país no están listos para la pretenciosa convocatoria de la Presidenta a discutir los dos modelos en pugna en la Argentina de hoy. Tampoco está claro si nosotros, como sociedad, estamos en condiciones de dar ese debate.
El relativismo moral y el matrimonio gay
La SEPARATED BUT EQUAL o Separados pero iguales fue la fórmula con que los estados del sur norteamericano intentaron reemplazaron a la esclavitud. Luego de ser derrotados en la guerra civil, los perdedores dieron comienzo a lo que se denominó “reconstrucción” y establecieron una serie de normas para oponer a los derechos de los negros, que habían sido incorporados a la Constitución. Lo que reemplazó a la esclavitud fue la segregación. Es decir, si no habían podido evitar que a los negros les fueran otorgados derechos, iban a tratar por todos los medios que no pudieran ejercerlos. Y si los ejercían, que fuera lejos de los blancos dominantes. Cuentan los historiadores que la "reconstrucción" iniciada por los estados sureños y la segregación instrumentada fue tan potente que llegó incluso a los estados del norte. Los negros, recordemos, hasta muy entrada la segunda mitad del siglo XX no podían viajar en el mismo transporte público que los blancos o sentarse en sus asientos. Entre otras cosas que no podían hacer. Hoy pasa algo parecido con otros colectivos sociales como los latinos o los pueblos originarios. Tienen los mismos derechos que las mayorías pero las dificultades para ejercerlos son enormes.
La sociedad norteamericana, recordemos, tiene profundas raíces religiosas….Sus primeros colonos fueron Puritanos emigrados de Inglaterra. Los Puritanos, eran la rama más radical del Protestantismo. Algunos sectores Puritanos creían que los negros no eran de naturaleza humana.
La fórmula “Iguales pero separados” es la que buscan aplicar aquí, en nuestro país, algunos conservadores. La polémica por la modificación del Código Civil para permitir el matrimonio entre personas de igual sexo fue el último disparador. La semana pasada diputados oficialistas, radicales y del PRO se negaron a firmar el dictamen que iba a permitir su tratamiento en el Congreso. Pocos días después la decisión de una jueza porteña de declarar inconstitucional el artículo del Código que habla de hombre y mujer en la unión matrimonial, generó una situación impensada. El Gobierno de la Ciudad debía decidir si apelaba o no el fallo. El viernes 13 de noviembre el jefe de Gobierno porteño anunció que no iba a apelar ese fallo y salió firmemente a apoyar el matrimonio entre personas de igual sexo. La decisión cayó mal entre algunos sectores de su propio partido y fue celebrada por sus más férreos opositores. No se conocen los motivos reales de tal decisión de Mauricio Macri y no son muy creíbles sus palabras desde los videos colgadas en los sitios de internet donde anuncia la postura oficial. Pero como sea fue celebrada. Al no apelar, la sentencia queda firme y el matrimonio entre los dos hombres que presentaron el amparo judicial podrá celebrarse.
Por este motivo los sectores que se oponen a las uniones formales entre personas de igual sexo se muestra profundamente alarmadas. El diario La Nación en un editorial del sábado 14 que destila pestilencias medievales, habla del relativismo moral que impera en nuestra sociedad. Y dice que esta discusión sobre el matrimonio gay demuestra hasta que punto están socavadas las bases morales de nuestra sociedad. Que no es una imposibilidad establecida por ley que dos personas de igual sexo puedan casarse, sino impuesta por la naturaleza. Como los puritanos, estos sectores se toman la libertad de decidir por sí y para sí qué es natural y qué no.
En distintos foros también hablan, algunos, de un tipo de familia ideal, que inculca valores y enseña el buen vivir. Un tipo de familia que no puede estar constituida de otro modo que por un padre, una madre y los hijos paridos de esa unión legal. Y lo dicen como si hasta ahora, solamente en estos apenas 2 mil años de sociedad cristiana, el tipo de familia constituida hubiese sido otra y no la ideal y occidentalmente propuesta por ellos. Citan la incapacidad para criar niños de una pareja de personas de igual sexo. Como si este mundo perverso, desigual, violento y rapaz, hubiese estado criado hasta ahora por extraterrestres o tal vez por los tan temidos homosexuales. La capacidad de dar amor, educar en la honestidad y la solidaridad, enseñar a cuidar el mundo y la vida que sobre él aún existe, no es –y demostrado está- privativo del sector heterosexual. Los sensibles, los amorosos, los que cuidan, los que educan, los que trasmiten ética, los que enseñan a respetar, no están divididos entre homosexuales o heterosexuales. Están divididos entre buena gente y mala gente. Y hay de todo en todos lados.
Pero lo que se vislumbra en todas estas críticas desdibujadas es un profundo terror. Un miedo casi irracional a compartir el mundo entre iguales, pero viéndose rodeados de diferentes que tienen los mismos derechos. El terror a ver que las posiciones dominantes que hasta ahora detentaron, comienzan a derrumbarse. Que las banalidades culturales que hasta ahora venían doblegando a la profundidad filosófica del amor, empiezan a descascararse
Y que los discursos hegemónicos, finalmente, deberán hacer lugar a la variedad de pensamientos y sensaciones.