La SEPARATED BUT EQUAL o Separados pero iguales fue la fórmula con que los estados del sur norteamericano intentaron reemplazaron a la esclavitud. Luego de ser derrotados en la guerra civil, los perdedores dieron comienzo a lo que se denominó “reconstrucción” y establecieron una serie de normas para oponer a los derechos de los negros, que habían sido incorporados a la Constitución. Lo que reemplazó a la esclavitud fue la segregación. Es decir, si no habían podido evitar que a los negros les fueran otorgados derechos, iban a tratar por todos los medios que no pudieran ejercerlos. Y si los ejercían, que fuera lejos de los blancos dominantes. Cuentan los historiadores que la "reconstrucción" iniciada por los estados sureños y la segregación instrumentada fue tan potente que llegó incluso a los estados del norte. Los negros, recordemos, hasta muy entrada la segunda mitad del siglo XX no podían viajar en el mismo transporte público que los blancos o sentarse en sus asientos. Entre otras cosas que no podían hacer. Hoy pasa algo parecido con otros colectivos sociales como los latinos o los pueblos originarios. Tienen los mismos derechos que las mayorías pero las dificultades para ejercerlos son enormes.
La sociedad norteamericana, recordemos, tiene profundas raíces religiosas….Sus primeros colonos fueron Puritanos emigrados de Inglaterra. Los Puritanos, eran la rama más radical del Protestantismo. Algunos sectores Puritanos creían que los negros no eran de naturaleza humana.
La fórmula “Iguales pero separados” es la que buscan aplicar aquí, en nuestro país, algunos conservadores. La polémica por la modificación del Código Civil para permitir el matrimonio entre personas de igual sexo fue el último disparador. La semana pasada diputados oficialistas, radicales y del PRO se negaron a firmar el dictamen que iba a permitir su tratamiento en el Congreso. Pocos días después la decisión de una jueza porteña de declarar inconstitucional el artículo del Código que habla de hombre y mujer en la unión matrimonial, generó una situación impensada. El Gobierno de la Ciudad debía decidir si apelaba o no el fallo. El viernes 13 de noviembre el jefe de Gobierno porteño anunció que no iba a apelar ese fallo y salió firmemente a apoyar el matrimonio entre personas de igual sexo. La decisión cayó mal entre algunos sectores de su propio partido y fue celebrada por sus más férreos opositores. No se conocen los motivos reales de tal decisión de Mauricio Macri y no son muy creíbles sus palabras desde los videos colgadas en los sitios de internet donde anuncia la postura oficial. Pero como sea fue celebrada. Al no apelar, la sentencia queda firme y el matrimonio entre los dos hombres que presentaron el amparo judicial podrá celebrarse.
Por este motivo los sectores que se oponen a las uniones formales entre personas de igual sexo se muestra profundamente alarmadas. El diario La Nación en un editorial del sábado 14 que destila pestilencias medievales, habla del relativismo moral que impera en nuestra sociedad. Y dice que esta discusión sobre el matrimonio gay demuestra hasta que punto están socavadas las bases morales de nuestra sociedad. Que no es una imposibilidad establecida por ley que dos personas de igual sexo puedan casarse, sino impuesta por la naturaleza. Como los puritanos, estos sectores se toman la libertad de decidir por sí y para sí qué es natural y qué no.
En distintos foros también hablan, algunos, de un tipo de familia ideal, que inculca valores y enseña el buen vivir. Un tipo de familia que no puede estar constituida de otro modo que por un padre, una madre y los hijos paridos de esa unión legal. Y lo dicen como si hasta ahora, solamente en estos apenas 2 mil años de sociedad cristiana, el tipo de familia constituida hubiese sido otra y no la ideal y occidentalmente propuesta por ellos. Citan la incapacidad para criar niños de una pareja de personas de igual sexo. Como si este mundo perverso, desigual, violento y rapaz, hubiese estado criado hasta ahora por extraterrestres o tal vez por los tan temidos homosexuales. La capacidad de dar amor, educar en la honestidad y la solidaridad, enseñar a cuidar el mundo y la vida que sobre él aún existe, no es –y demostrado está- privativo del sector heterosexual. Los sensibles, los amorosos, los que cuidan, los que educan, los que trasmiten ética, los que enseñan a respetar, no están divididos entre homosexuales o heterosexuales. Están divididos entre buena gente y mala gente. Y hay de todo en todos lados.
Pero lo que se vislumbra en todas estas críticas desdibujadas es un profundo terror. Un miedo casi irracional a compartir el mundo entre iguales, pero viéndose rodeados de diferentes que tienen los mismos derechos. El terror a ver que las posiciones dominantes que hasta ahora detentaron, comienzan a derrumbarse. Que las banalidades culturales que hasta ahora venían doblegando a la profundidad filosófica del amor, empiezan a descascararse
Y que los discursos hegemónicos, finalmente, deberán hacer lugar a la variedad de pensamientos y sensaciones.
Los argentinos seguimos siendo derechos y humanos... Para ser humanos, permitiremos (o toleraremos) la union civil y para ser derechos no toleraremos que los gays crien los hijos de esta Patria (según lo sigue vociferando el enano fascista que llevamos dentro, ahora reconvertido en demócrata progre u opositor moralista). Tener miedo o terror significa entregar la libertad... ¿ya quines? a quienes saben capitalizar el poder. ¿Por qué ellos querrian una sociedad libre, justa, madura y feliz? El discurso hipócrita esta bien claro: En ésta ocasión, nuestros reapresentantes en el Parlamento "tienen libertad de conciencia". Si hacen esto cuando tienen conciencia y libertad, ¿se imaginan lo que hacen cuando tienen obediencia debida?
ResponderEliminar