lunes, 21 de diciembre de 2009

Tinelli, los Kirchner y cómo pensar en un país mejor

Esta semana volví a preguntarme muchas veces si un país mejor es posible. Si como decía con más ilusión que certezas el slogan de la Coalición Cívica, “ya estamos para un país mejor”….. Y me respondí "no, aún no estamos listos para un país mejor". Y después me pregunté, ¿acaso nos estamos preparando para un país mejor? "Pocos, me dije, son pocos los que trabajan y construyen y se esfuerzan por un país mejor".. Pero los que trabajan, trabajan mucho, aún a pesar de la indiferencia o la estigmatización o hasta la burla.

Cuando era chica mis padres nos hubieran prohibido a mis hermanos y a mí mirar el programa de Tinelli. Hubieran dicho barbaridades de las peleas que se ven en cada uno de los segundos de los programas de chimentos. Se hubieran alarmado de las groserías, del desparpajo, y de la falta de seriedad y disciplina para el trabajo y el estudio con que esos personajes se toman la vida. Hubieran despotricado contra las vulgaridades y contra el uso mercantilista de algo tan bello como el cuerpo de las personas. Definitivamente nos hubiera prohibido mirar esta televisión que los argentinos tenemos. Pero hoy es moneda corriente, algo casi natural. Es lo que ve el mundo adulto, y es donde se referencian muchos. Y es lo que ven muchos chicos. Eso que es un espectáculo, algo guionado, es percibido por muchas personas como la vida real. Primer punto del problema.

Muchas otras cosas de hoy nos hubieran prohibido, pero como la lista es larga y me van a acusar de troglodita, voy a abstenerme de enunciarla. Sin embargo agradezco esas prohibiciones, aprendí de límites y autoridad, con amor. Algunas de esas prohibiciones fueron hechas desde la falta de recursos económicos. Pero como no querían preocuparnos con esos asuntos de los adultos, nos decían una media verdad. Que la coca cola te perfora la panza, por ejemplo. Agradezco infinitamente esa media verdad. Gracias a la cual no me hice adicta a la coca cola. Y tampoco me hice adicta al consumo. Entonces me pregunto, ¿necesitaríamos una tele mejor para tener un país mejor? No solamente. Necesitamos mejores líderes, mejores políticos, mejores dirigentes y muchas más mejores personas. Punto fundamental del problema.

Néstor Kirchner y Cristina Fernández hicieron muchas cosas necesarias para la Argentina, ya dijimos esto. Instalaron debates y discusiones fundamentales. Y también dijimos como tantos otros que se enriquecieron sospechosamente.

Pero Néstor Kirchner y la Presidenta tienen inmensas dificultades para ponerse por encima de las diferencias y encontrar una instancia superadora. Y por eso se perdió parte de la buena gestión en un fárrago de críticas. No pueden dialogar. Se mostraron hasta ahora incompetentes para la construcción de un proyecto colectivo, un proyecto que nos haga sentir que todos formamos parte de la Argentina. Hacer algunas de las mismas cosas que hicieron pero con otros modos y utilizando otras herramientas, consultando, explicando, caminando otros senderos. Sin embargo hay que reconocer algo en favor de Néstor y Cristina Fernández. Y es que hay sectores en la Argentina que no quieren que las cosas cambien. Al menos eso parece. Y lamentablemente todavía no podremos saber qué respuesta tendrían esos sectores, los mejor acomodados y más poderosos, que le exigen al gobierno que atienda a los pobres. No sabremos aún qué pasaría si se les explicara de buena manera y con autoridad moral y política, que eso de atender a los pobres sólo es posible cambiando algunas prácticas y cediendo en la opulencia o en las ganancias especulativas.

Néstor Kirchner sobre todo, divide, tensiona, empequeñece la acción política y también la acción humana. Y aunque la Presidenta demuestra una notable inteligencia, la dinámica cotidiana de la vida en común, parece haberla enredado en una urdimbre sin inspiración.

Pero los Kirchner no son los únicos aunque en la cadena de responsabilidad están en lo más alto del podio en esta coyuntura. Los medios, los comunicadores, otros líderes y dirigentes, aún no demostraron que están a la altura de ofrecer un país mejor. Y la sociedad tampoco. Y aunque hay buenos indicios y más participación, todavía nos falta grandeza para dejar de pensar individualmente y re fundacionalmente, para pensar y construir un proyecto colectivo que nos incluya a todos.

Desde que ganó reverenciamos al nuevo presidente uruguayo. Y muchas veces me pregunté desde que vi las fotos de Pepe Mujica en chancletas en la cocina de su casa, si nos bancaríamos un presidente como él. El Pepe y Lucía creen en las cosas profundas de la vida y le dan poca importancia al consumo y la ostentación.

Si pudiéramos pensar en el conjunto y sin estridencias ni egoísmos, seguramente, no sólo tendremos una tele mejor, si no que ahí sí tendremos un país mejor. O estaremos construyéndolo al menos, acompañando a los que con tanto esfuerzo, ya lo vienen haciendo en soledad desde hace años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario