Estos datos no tienen nada de subjetivo. Durante meses el jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, estuvo sosteniendo como titular de la Policía Metropolitana a Jorge Fino Palacios. Lo ratificó una y cien veces pese a las críticas y cuestionamientos que pesaban sobre el ex agente de la federal. Incluso por encima de una causa judicial en su contra en la que terminó procesado. La sospechas que sobre él pesaban por encubrimiento dentro de la causa AMIA fueron confirmadas por un juez.
El Fino era un hombre de la más estrecha confianza del jefe de gobierno. Macri lo había conocido luego de su secuestro en los ’90. Lo consideraba “un excelente profesional, no sólo en sus características tecnicas sino morales”. En una de las tantas veces que lo ratificó dijo que tenía “plena confianza en las calidades y cualidades de Palacios”. Y que era “el policía de la Federal más condecorado de los últimos 20 años. Un hombre absolutamente honesto”, enfatizó. Varias veces repitió que al Fino le tenía tanta confianza que le entregaba la seguridad de sus hijos.
El ala más política del gobierno porteño, la llamada pata peronista del PRO, jamás estuvo de acuerdo con el nombramiento de Fino Palacios. Creían que al menos, había que esperar a la resolución de la causa en la que estaba involucrado. Causa en la que por cierto apostaban 100 a 1 a que sería sobreseído. Y creían que había que nombrarlo una vez que ocurriera ese sobreseimiento. Pero algo salió mal. El último día de setiembre, el juez federal Ariel Lijo lo procesó por encubrimiento, abuso de autoridad, destrucción de pruebas y falsedad ideológica reiterada. Junto a Fino Palacios también procesó a Carlos Menem, Munir Menem, Hugo Anzorreguy y Juan José Galeano, entre otros. El juez Lijo dio por acreditado que Fino Palacios hizo desaparecer y destruyó 54 casets en donde había importantes elementos de prueba de la causa AMIA.
Pero recordemos que para esa época del procesamiento, Jorge Palacios ya había renunciado. Según se explicó lo hizo por razones personales y para no obstaculizar la puesta en marcha de la policía porteña. El 25 de agosto, cuando se conoció la noticia, Macri dijo que la renuncia “era un costo para la policía metropolitana porque se perdía un gran elemento” y que para reemplazarlo iba a buscar a una persona que reuniera las mismas cualidades de Palacios”. Mientras tanto dejó en su lugar al segundo, Osvaldo Chamorro.
Lo que vino después fue una sucesión de equivocaciones políticas groseras, cuya parte más estelar fue la victimización a la que se arrojó Macri. Con todo no hizo más que enterrarse en un lodazal del que nadie vislumbra aún salida.
Así apareció el espía Ciro James. Y el jefe de Gobierno dijo que se lo había plantado el gobierno nacional para boicotearlo. Pese a que James operaba gracias a una estrategia armada desde Misiones, donde algunos de los funcionarios judiciales que intervienen en esa causa trucha serían parientes de su amigo, Ramón Puerta, ex gobernador de la provincia.
Luego se desarmó la estrategia de que a James lo había plantado la Federal cuando el mismísimo Fino Palacios salió a decir que él lo había recomendado y que conocía a Ciro James desde 2004.
Después aparecieron las víctimas de Ciro. Entre las que estaba el cuñado de Mauricio, Daniel Leonardo, esposo de su hermana Sandra, distanciada de la familia.
Y luego aparecieron las víctimas de Chamorro, entre las que estaba el jefe de gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. Entonces se supo que las víctimas de Chamorro también serían de Fino Palacios, porque operaba desde su oficina y desde sus computadoras en una empresita que tenían juntos.
En la conferencia de prensa que ofreció a su regreso de Madrid, Macri no explicó nada. Sólo aprovechó la impericia y la chicana política de Aníbal Fernández para intentar contraatacar. Anibal Fernández hizo algo completamente desubicado: le pidió la renuncia a Macri. Y Macri aprovechó para salir a contra golpear y evitar así preguntas molestas. En ningún momento explicó cómo fue que en cuestión de días Fino Palacios pasó de ser el mejor policía de la argentina a un preso que abusaba de la autoridad, espiaba gente y armaba operaciones para perjudicar a las personas. Nunca explicó el nombramiento de Ciro James en el ministerio de Educación. Tampoco se le hacen a Mauricio Macri muchas preguntas inconvenientes.
Ahora desde el gobierno porteño explican el escándalo alegando ingenuidad política. El gobierno del hombre que viajó a España para instalar su imagen como candidato presidencial dice que un espía contratado por uno de sus ministerios, que operaba desde una oficina con una computadora y que el mejor policía de la argentina había recomendado, engaño a todos. Macri venía demostrando incapacidad para administrar la cosa pública. Sus prácticas casi escolares de ensayo y error, como estudiante de administración de empresas, quedaron expuestas sin ambajes estos días. NO se gobierna con slogans del estilo “no nos van a parar”. Su imagen pública empezó a caer. Gabriela Michetti desapareció de escena con la excusa de un problema de salud. Le va a resultar muy difícil a Mauricio Macri volver a pensar en el futuro político.