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(Publicada en Perfil 05.07.2009 - Patricia Barral)
Hacía un calor de locos en el Parque El Sembrador, bello lugar agreste en Máximo Paz. Eran las 4 de la tarde y bajo el sol feroz de este verano rugían las bandas heavy. Algunos centenares de adolescentes hacían pogo y bailaban como haciendo la previa de lo que sería el cierre del festival con uno de los íconos del momento, D-Mente, la banda de Andrés Giménez, el ex líder de A.N.I.M.A.L. Más allá, bastante más allá como para no molestarse unos a otros, algunas familias muy numerosas pasaban el día tranquilos, sin una gota de alcohol, sin relatos deportivos ni cumbias ni reggeaton. Conversando. Mientras el festival de grupos cristianos de rock metálico transcurría como cualquier otro show rockero pero sin lo que se ve en la mayoría de ellos (no es un juicio de valor). No había cerveza ni vino ni fernet. Sin porro, sin un miserable cigarrillo, en un clima que podía remembrar los días ochentosos de John Travolta.
¿Y éstos, de dónde salieron? Son decenas y decenas, en el país y en el mundo, las bandas de rock cristiano o, como prefieren muchos, grupos integrados por cristianos/as que hacen rock. A diferencia de Vox Dei, que hizo punta en la Argentina, ninguna está identificada con el catolicismo. Ni siquiera con la religión. Son bandas cuyos integrantes se referencian en alguna rama del evangelismo o en el cristianismo a secas. Y casi todas en la banda irlandesa U2, sus mensajes espirituales, su militancia protestante y sus acciones político-sociales.
La novedad es el enorme crecimiento que tuvieron en los últimos años y el fuerte impacto en el mercado discográfico y comercial. En Estados Unidos y algunos países de Latinoamérica como México o de Centroamérica, eso viene ocurriendo desde hace tiempo. Pero en Argentina en poco más de un lustro el tema explotó al punto que las dos bandas más importantes que crecieron en el circuito cristiano, Rescate y Kyosko, firmaron contratos con sellos internacionales y prácticamente todas las demás que graban protegen los derechos de sus canciones a través de otra compañía también internacional.
Los circuitos cristianos no son otra cosa que los cientos de festivales o encuentros organizados por pastores, comunidades evangélicas o iglesias (que en la práctica encierran un concepto distinto al católico). Cientos o miles de jóvenes llenan estadios, parques, centros comunitarios o aldeas en México, EE.UU. y el resto de los países del sur del continente. Allí, después de diferentes actividades, sermones o testimonios, la fiesta viene con las bandas de rock o hip-hop, reggeaton o pop. El ámbito secular son los estadios, los festivales comerciales, los antros rockeros y los teatros, las grandes FM.
Hay bandas que se formaron en las iglesias evangélicas y se consideran bandas cristianas. Las hay de rock, de hevy metal en sus diversas variantes, de pop. Hay bandas de cristianos que hacen rock que no salieron de las iglesias, como Rescate y Kyosko, y que de a poco fueron entrando también al mercado secular o no cristiano. Y hay grupos en los cuales el líder y algún otro integrante son evangélicos y tienen un fuerte contenido espiritual en sus canciones, pero no forman parte del circuito cristiano aunque son aceptados y convocados. Es el caso de D-Mente y Carajo, cuyo líder, Marcelo “Corvata” Corvalán, después de un camino de conversión igual al de Giménez, arrasa con su new metal. También hay bandas cristianas de punk.
¿Qué decís? En la segunda mitad de los 80, la prensa especializada y parte del público rocker se batieron en un duelo ingenuo acerca de si el músico de rock tenía que dejar algún mensaje social o no. El efecto de la llamada canción de protesta de los 70 mostraba la hilacha en la post dictadura, pero no fueron más que unas cuantas hilachas de diferente color y textura que se mezclaron luego en la telaraña noventista que llegó para todos, incluso para el rock. Estos músicos cristianos, en cambio, no tienen ningún empacho al afirmar que ellos sí tienen algo que decir y que está relacionado con Dios, con su encuentro y con lo que consideran el testimonio de Jesús respecto de la forma en que hay que encarar esta vida.
“La primera vez que escuché esta música fue en inglés y pensé en hacer algo espiritual pero en castellano para tener a Jesús en la calle y no en el templo”, recuerda Ulises Eyherabide, mientras digiere una empanada. El líder de Rescate es autor de una de las canciones más fervorosas. “Quiero más (paz)”, de tono futbolero, que podría movilizar estadios enteros de River y Boca juntos. “Todos tenemos algo que decir. Lo que no quiero es que se diga que lo que sale de mí va a querer evangelizar. Mi idea no es convertir gente. Sí que podamos conocer verdaderamente a Dios porque sus propagandistas son la peor propaganda para él”. Ulises, que tiene aspecto de bondadoso, prefiere definirse como cristiano “porque hoy decir que sos evangélico es como decir que sos peronista y no se sabe si estás con el pastor Giménez o con los brasileros”.
“A veces uno no está en sus cabales y eso es como dar nada a los chicos. Uno tiene que poder brindar un mensaje puro”, cuenta Andrés Giménez con esa mirada negra y profunda que vio algunas de las peores cosas del mundo y salió para advertirlo. Pero esa historia vale un párrafo aparte. “Cuando una persona se siente bien espiritualmente escribe otras cosas. En A.N.I.M.A.L. escribíamos sobre Dios pero como un reclamo, como diciendo loco, acá hay gente que está haciendo mal las cosas. Ahora escribo acerca de Dios pero sin enojo, súper feliz de creer”.
Ulises habla de “la batalla desigual que están dando los chicos de entre 8 y 15 años”, dice que lo que más le pega cuando toca es que se llena de adolescentes que no están preparados para lo que está pasando, “es David contra Goliat y nosotros salimos a sembrar semillas de David”. Andrés siente una responsabilidad aunque dice que no se cree el dueño de la verdad o la mentira pero que “de acuerdo a lo que diga, algunos chicos pueden ir para un lado o para otro. Por ejemplo, me dijeron que después que tocamos en el Rock and Vida, más chicos se convirtieron al cristianismo”.
Damián Sileo fue fundamental para esta nota. Es productor de rock y prensero. Edita una revista especializada y es coordinador de un grupo de matrimonios jóvenes en su iglesia de Adrogué. “Un músico que adopta el cristianismo sigue haciendo lo que hacía pero con otra perspectiva”, explica mientras las bandas tocan en El sembrador. Sileo es el más ortodoxo de los entrevistados. Dice que “apunta a llegar a gente que no conoce a Dios e invitarla a que vea que hay otra forma de vida”. Pero aclara: “Seguimos la línea de la castidad aunque hay chicos que tienen relaciones y no los rechazamos sino que tratamos de contenerlos”, y que los homosexuales no son discriminados salvo porque no pueden tener posiciones de liderazgo en la Iglesia. Y explica el asunto del diezmo: “Eso se enseña, nadie te mete la mano en el bolsillo”. Lógicamente, para ellos no hay contradicción entre ganar plata y hablar de Dios.
Gente rara, che. Cuentan las crónicas del rock que cuando Vox Dei estaba grabando La Biblia, la jerarquía eclesial quiso intervenir y saber de qué se trataba. Contarán las del rock cristiano que a Rescate quisieron bajarlo de un festival organizado por el Vaticano por mal arriados. Unos días antes del evento que se hacía en Alemania, la prensa católica reprodujo unas declaraciones que Eyharbide había hecho en Chile: la figura del Papa no representa para mí una autoridad espiritual como lo es para los católicos. Mi relación es directa con Jesús, había dicho. Todos los escarmientos amenazaron tronar. Sólo la intervención del manager alemán que allí los representaba logró hacer entender que, al tratarse de un encuentro ecuménico, el Hijo del Padre estaba por encima de las diferencias ideológicas. Entonces pudieron tocar.
Por supuesto, hay prejuicios. De uno y otro lado. Algunos cristianos no quieren que sus bandas salgan a tocar al mercado secular. Mientras desde el circuito comercial, miran raro a los que se declaran cristianos. “Cuando firmamos con Sony, al principio hubo mucho prejuicio por parte de los periodistas”, recuerda Santiago Ruiz, manager de Rescate y laico total. Ruiz dice que aceptó representarlos porque le parecieron una muy buena banda aunque no sabía cómo encarar el desafío de incluirlos en otros ámbitos. “Iba a las radios y a los canales y me preguntaban si eran del pastor Jiménez. Una vez en la MTV, no me querían pasar un video que ya estaba entre los primeros puestos porque eran cristianos. Entonces le dije al director musical: ‘¿Vos sabés que Evanesence, que está entre tus principales, es una banda de cristianos?’ El tipo no lo podía creer”. El joven –hay que decirlo– es un pura sangre de familia disquera.
A gran parte de la comunidad evangélica y a sus líderes les costó digerir a estas personas haciendo rock, con atuendos negros, metaleros o góticos. Y hasta tatuados. “En la Iglesia ya no hay tanta resistencia. Los pastores mismos organizan eventos de rock porque llegan a gente que de otra manera no llegarían”, explica Sileo. “Nunca me sentí incómodo en el ambiente del rock. Me miraban más raro en la Iglesia Evangélica por tocar con músicos que no comparten nuestra fe”, dice Ulises, que no ahorra sinceridad. “Si me miran raro, que me miren. Yo toco en el circuito cristiano como toco para el padre Farinello con León (Gieco). Hay que romper con los prejuicios. Y sobre los tatuajes, lo que digo es que la Biblia explica que profanarse el cuerpo es pecado, no tatuarse. Además yo no me voy a ir con los tatuajes cuando me muera”.
J 33-3. En la tapa de All that you can’t leave behind (“Todo lo que no puedes dejar atrás”), de U2, apenas visible está la sigla que corresponde al versículo de uno de los libros del profeta Jeremías. “Clama a mí y te responderé y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes”. All that… es en un disco de la banda irlandesa, íconos máximos de los músicos cristianos argentinos. El libro El peregrinaje espiritual de U2, fue editado en Argentina por Peniel, la mayor editora y distribuidora de material cristiano en todos los formatos de nuestro país. Todos, sin distinción, los nombraron varias veces durante las distintas charlas. “Escuchá el tema 2 del último disco”, desafía Natanael Ramírez, director musical de la empresa. Magnificent es un mensaje de amor a Dios, en No line on the horizon.
Hablan de sus pastores a quienes respetan y tienen como guías espirituales, aunque confiesan que hay de todo y por eso cada quien va eligiendo. Hasta averiguan cuando los invitan a un festival, como hace D-Mente (porque a veces es trucho). Normalmente todos van a la iglesia que puede ser la reunión de varios en la casa de alguno o en un centro evangélico. Leen las escrituras, conversan y escuchan al pastor que puede ser más ortodoxo o más liberal. Otra cosa que mencionaron sin distinción, incluyendo los adolescentes, en El Sembrador, es su Biblia, que tiene unos libros más que la católica. La consultan, la citan, la llevan con ellos, la buscan en la soledad o en los momentos de angustia. Les da calma, felicidad, inspiración. Como el mundo aparte de unos extraños militantes de Dios. Rock fuerte de corazones blandos.
viernes, 9 de marzo de 2012
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