Matrimonio Igualitario
Nota publicada en revista Debate – Enero 2008
Patricia Barral
A modo de introducción cabe muy cómodamente la conclusión a la que la psicoanalista Cecilia Perrone arribó cuando Debate le planteó el asunto: “Hace unos años parecía que todos sabíamos lo que había que hacer, cómo había que actuar en cada caso. Aparecía todo como muy estático. Hoy hay dudas, la sociedad se permite dudar. Hay un cambio muy profundo”, dijo con la actitud de quien ve con cierta esperanza que algunos viejos paradigmas empiezan a ser desplazados.
Las discusiones sobre la protección jurídica hacia las parejas del mismo sexo y la posibilidad de adoptar en conjunto podría estar -y de hecho parece que así es- atravesada por ejes morales, religiosos, éticos, jurídicos, científicos, políticos, ideológicos, psicoanalíticos y también médicos. Aunque para los más reacios (o reaccionarios) no debería haber discusión porque estaríamos –dicen- ante la presencia lisa y llana de la violación a las leyes naturales. Esos sectores que se pertrecharon frente a la Legislatura porteña en 2002 cuando se estaba aprobando la Ley de Unión Civil para los habitantes de la ciudad, parecen venir achicándose a medida que aumentan el debate y los proyectos para ampliar aquella norma a nivel nacional.
Un trabajo concluido por la empresa Ibarómetro que tomó respuestas telefónicas entre un millar de personas del Área Metropolitana arroja resultados que seguramente invitarán a que la discusión se profundice y enriquezca. El 45,1% de los consultados dijo estar a favor de que personas del mismo sexo puedan “casarse”. El 41 dijo estar en contra y un 13,9% de las personas encuestadas dijo no saber que posición tomar ante esa pregunta. El dato a tener en cuenta para entender mejor indica que quienes están en contra del matrimonio gay son mayores de 45 años con un nivel educativo muy bajo (primario incompleto).
Desde que Buenos Aires se convirtió en la primera ciudad Latinoamericana en legalizar las uniones civiles entre personas de igual o distinto sexo fueron impulsadas distintas acciones para ampliar y mejorar esos derechos a todo el país. La ciudad cordobesa de Villa Carlos Paz aprobó recientemente una norma similar y la provincia de Río Negro había hecho lo mismo en abril de 2003 con la ley para dar a las parejas de igual sexo los mismos beneficios que tenían las uniones de hecho entre hombre y mujer. Sin embargo la ley provincial aún no fue promulgada.
Pero sobre todo en los últimos dos años la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) acompañada por algunos dirigentes políticos, funcionarios y otras organizaciones que defienden los derechos que se les desconocen a las minorías sexuales, encaró una fuerte y activa campaña. ¿El objetivo? No sólo cambiar posturas y prejuicios sociales promoviendo la información sino modificar leyes discriminatorias que en la mayoría de los casos dejan en el total desamparo jurídico a adultos y niños involucrados en estas relaciones. Un mayor ni siquiera podría decidir, si hay parientes, sobre el cuerpo de su pareja en caso de muerte. Y si hay niños porque alguno de los dos los tuvo de una relación anterior o los adoptó estando solo (según permite la ley), el asunto es más complicado, cruel y doloroso. Y merece un párrafo aparte
“Cuando se aprobó la Unión Civil en Buenos Aires se triplicaron las consultas jurídicas en la CHA: pasamos de tener unas 300 consultas anuales a 1200 o 1300. Aumentaron muchísimo las preguntas sobre la protección de la pareja. En el Interior las mujeres divorciadas que empiezan una relación lésbica nos consultan porque los tipos las amenazan con sacarles los chicos”. Pedro Paradiso Sottile es el coordinador del Área Jurídica de la organización y explica también que hay algunas formas de reclamar pensiones o cobertura social como grupo familiar. O maneras de proteger algunos bienes adquiridos en conjunto. Pero para eso hay que recurrir a expedientes interminables, exposición forzosa e irritante y siempre a altos costos económicos, psíquicos y emocionales porque una persona se ve violentada al tener que demostrar mil y una veces que no es de otro lo que siempre fue compartido y le corresponde, como lo fue el amor de su compañero o compañera.
“Tenemos una sociedad muy desigual en muchas cosas –dice la diputada Vilma Ibarra-. Por eso, todo lo que iguale, respetando las particularidades de cada uno, es bueno y es valioso. Recuerdo la frase de Rodríguez Zapatero cuando presentó la ley para permitir el matrimonio homosexual. ‘Vamos a sacar a muchos de la humillación. Vamos a hacer una sociedad más decente’, dijo. El proyecto para modificar el Código Civil esta cruzado por esa idea de igualdad”. Antes de dejar el Senado, Ibarra presentó una iniciativa que modifica la idea del matrimonio, la tradicional Institución que según el Código Civil pensado originalmente por Dalmacio Vélez Sarfield (modernizado a los largo de los años) requiere del consentimiento de “un hombre y una mujer”.
Ahora se propone hacer la misma presentación en la Cámara Baja que integra desde el 10 de diciembre del año pasado como representante de la Ciudad de Buenos Aires “porque no se qué voluntad habrá en el Senado con la nueva composición para tratar el tema sin que yo lo pueda seguir”, dice como esperando que alguien toma el guante. En la cláusula final la iniciativa expresa que en cualquier caso del ordenamiento jurídico argentino donde se refiera al matrimonio, o al esposo y la esposa, al marido y mujer, deberá entenderse a partir de la sanción de la norma que se refiere a los cónyuges o contrayentes de igual o distinto sexo. “De otro modo habría que revisar y modificar toda la legislación, ley por ley para cambiar el concepto”, dice Vilma Ibarra.
En Diputados habría entonces dos proyectos para modificar el Código Civil e igualar derechos ya que en abril un grupo variopinto de legisladores habían elevado uno parecido a instancias del socialista Eduardo Di Pollina. La CHA, en tanto, volverá a presentar su propio proyecto de Unión Civil Nacional que a fin de año perdió estado parlamentario sin que fuera discutido. Esta es una figura más libre y moderna que eligen las personas que prefieren menos injerencia del Estado en sus decisiones personales, en su intimidad y en su patrimonio.
Son dos Institutos diferentes pero ambos buscan reparar la desigualdad y la discriminación. Uno no anula al otro y en ambos aparece el tema más polémico: la posibilidad de que una pareja del mismo sexo pueda adoptar. La actual ley de adopción permite que una persona sola, independientemente de su orientación sexual, adopte niños. Pero no lo puede hacer en conjunto. Todas las variantes sobre la potestad y la protección de los derechos del niño estarían contempladas en las figuras propuestas.
“Hay cosas de mucha deshumanización”, sintetiza Vilma Ibarra y agrega “no se puede desproteger a los chicos por percepciones discriminatorias”. Los textos de los especializados en el tema están repletos de historias de este estilo.
“Adopción. La caída del prejuicio” es un libro esclarecedor donde los más prestigiosos psiquiatras y psicoanalistas entre los que se destacan Eva Giberti, Juan Carlos Volnovich, Alfredo Grande, Isabel Monzón, Graciela Medina y Alicia Le Fur analizan y derriban mitos vinculados a ideas deformadas sobre la crianza de niños por parte de homosexuales o lesbianas. Y explican, como lo hace Jorge Garaventa o Giberti, por qué los jueces prefieren mantener a un niño institucionalizado, sin un hogar, sin una familia, sin amor, sin cuidados, ni mimos ni protección y hasta sin documentos, antes que entregárselo “a un gay”.
Sin embargo los sectores conservadores que aún se oponen a estos cambios lo hacen alegando que “estamos convirtiéndonos en una sociedad contra natura porque va contra el orden natural”, es la postura del ex legislador porteño Jorge Enríquez para oponerse a todo lo que signifique igualdad en el amparo jurídico, Alega que “los homosexuales pueden hacer sociedades, testar y vivir sus vidas. Pero el orden natural, desde el fondo de los tiempos, no admite otro matrimonio que el de hombre y mujer. No necesitan del matrimonio para protegerse”. En nuestro país la potestad de testar está regulada y si hay herederos forzosos (descendientes o ascendientes) sólo se lo puede hacer sobre el 33% de los bienes.
Estas ideas utilizadas por representantes eclesiales, abogados católicos o simplemente por conservadores, son rebatidas ya con poco ánimo (porque el tema es bastante más complejo y tiene alcances antropológicos) y menos esfuerzo con otras teorías que indican que el matrimonio es una construcción cultural o que efectivamente en su momento los griegos comenzaron a condenar las relaciones entre hombres por la necesidad de poblamiento.
Eva Giberti cuenta también que hay investigaciones que dicen que Platón quien consideraba al deseo sexual como eminentemente homosexual, fue mal traducido, que no dijo “contra natura” sino “no procreativo”. Por último para muchos especialistas, es la propia ciencia, la propia producción del hombre, la que quiebra definitivamente la idea de lo natural y antinatural como equivalentes del bien y el mal. “Si así fuera no se podría ni usar penicilina”, explica Perrone.
Sobre la posibilidad de adopción los resultados del trabajo realizado por Ibarómetro señalan que el 57,8% de los consultados están en contra, el 11,1% no tiene posición tomada y el 31,1% está a favor de que parejas de igual sexo puedan adoptar niños. Según la conclusión de la consultora “todos los grupos etarios, educativos e ideológicos, salvo los que se definen de ‘izquierda’, están en contra de la posibilidad de adoptar por parte de personas del mismo sexo”. Una premisa, repetida y convertida en una especie de precisa ecuación “de ética kantiana” (cita Garaventa en el libro) donde no hay lugar para la diferencia, y asumida por el imaginario popular, indica que un niño criado en un hogar gay será convertido en gay, o “vivirá preso en un mundo homosexual”, o será objeto de abuso o de “tensiones dañinas producto de los índices significativamente altos de desórdenes psicológicos” estudiados por el profesor George Rekers de la universidad de Medicina de Carolina del Sur.
Para Enríquez “los deseos de paternidad/maternidad de las parejas homosexuales no son superiores al derecho de los niños a crecer en un hogar con un padre y una madre”. Cabría preguntarse aquí el motivo por el cual todos aquellos que profesan estos credos no han adoptado ya varios niños desamparados que terminan pasando sus vidas judicializadas boyando de institución en institución, cuando no en la calle. O no han encontrado una solución digna y amorosa para ellos.
“En España el Partido Popular mandó hacer un estudio para rebatir la ley de Zapatero. Pero la investigación les dio que los chicos criados por papás o mamás del mismo sexo no tienen ninguna diferencia respecto de los otros chicos”, refresca la diputada Ibarra. Cuando se argumenta que un niño criado por una pareja gay sufrirá cargadas en el colegio o discriminación social, lo que debería verse es la falta de la sociedad dicen los especialistas. El problema no está en el niño y su familia gay. Está en las familias “normales” de sus compañeros incapaces de ayudarlo a comprender la diferencia en el amor y convivir con ella.
Los modelos de identificación, la necesidad de imagen paterna y materna que es también un argumento opuesto a la adopción en estos casos, poco a poco va cediendo, a medida que la misma sociedad tal como se dijo al comienzo de la nota, “se permite dudar”. Los especialistas dicen que los niños necesitan amor, cuidados, límites, que les pongan una curita en la rodilla mientras le soplan la herida, que les cuenten un cuento, los lleven al pelotero, le ayuden a hacer la tarea. Que para convertir a un niño en una buena persona no es indispensable una mamá y un papá o lo masculino y femenino tal como estuvo establecido hasta ahora. Porque el niño se las arregla muy bien buscando modelos de identificación en su entorno y porque según los casos estudiados las parejas del mismo sexo también se las arreglan muy bien aceptando con ductilidad los roles que el mismo niño le va adjudicando a cada uno.
Aunque algunos como Enríquez se lo tomen a la chacota, ciertamente uno de los integrantes de la pareja, sea de hombres o mujeres, será más papá que el otro o más mamá. Porque uno pondrá más limites o será más proveedor o se ocupará de la cocina o le enseñará más a dibujar. Y eso no afectará el desarrollo del niño o su construcción como sujeto como si lo harán la falta de amor y el desamparo. “La adopción es una responsabilidad de la sociedad que debe ser compartido rápidamente. Todos deberíamos estar involucrados en la adopción de niños. Ellos tienen derecho a vivir en una familia amorosa de la clase que sea” sentencia la psicoanalista Cecilia Perrone.
Lo que no se puede es legislar sobre la condición de algunas personas.
RECUADROS
Uruguay y Argentina
“El matrimonio es una institución laica y no religiosa. Para las uniones religiosas está y seguirá estando el casamiento por la Iglesia” dice Ibarra quien también se mostró a fin de apoyar la Unión Civil Nacional. En diciembre Uruguay se convirtió en el primer país latinoamericano en proteger a las parejas de igual o distinto sexo con la ley de uniones concubinarias aunque no contempla la posibilidad de adoptar. En este sentido la ley uruguaya sería equiparable al proyecto de Unión Civil Nacional que en nuestro país buscará que incluya las adopciones.
Otros países
Matrimonio y adopción
España
Sudáfrica
Canadá
Holanda
Unión civil o sus variantes
Dinamarca (c/ adopción), Noruega, Suecia (c/ adopción), Finlandia, Islandia, Bélgica, Francia, Alemania, Croacia, Zurich y Ginebra (Suiza), Gran Bretaña (c/ adopción), Ciudad de México, Río Grande do Sul, algunas ciudades de EEUU y de Italia.
Dos mamás y dos papás
La imposibilidad de adoptar empuja a otras opciones que últimamente empiezan a ser más accesibles como la inseminación artificial. Y el alquiler de vientres en el caso de los hombres alternativa a la que apeló la familia Farach-Colton en EEUU. Martín argentino, Andrew estadounidense. Sus mellizos ya tienen 7 años y visitaron la patria de uno de sus papás en 2005. Conocen a la mujer que donó los óvulos y a la portadora, pero no las tratan como mamás. En aquel año todavía no habían preguntado quien de los dos había aportado el esperma.
En Rosario, Silvia (44) y María (36) tuvieron mellizos hace 5 años. Las fotos que muestra Silvia son de unos niños felices con la belleza que da ese bienestar. María fue quien llevó la panza después de la inseminación. Tienen 16 años de pareja. “Los chicos están absolutamente integrados –cuenta Silvia- al barrio, a nuestras familias, al jardín y a las familias de los compañeritos. Saben que algunos nenes tienen papá y mamá, otros mamá o papá y otros nada. Les vamos contando cosas a medida que van preguntando. Saben que no tienen papá, que tienen ‘Tati’ como me dicen, que cumple el rol que le pusieron ellos semejante al papá. A veces jugamos –asesoradas por un especialista- con que una de las dos se va a ir y ellos se re enojan porque dicen que somos una familia y que siempre tenemos que estar juntos. Jamás reclamaron por un papá”.
María es docente especial y dejó de trabajar al año y medio de los chicos para cuidarlos. Silvia es funcionaria de la municipalidad de Rosario “y hasta el intendente sabe de nuestra historia” cuenta orgullosa. Sin embargo no los puede proteger con sus aportes sociales y la pareja debió recurrir a una cobertura de salud privada para los chicos.
Unión Civil en Bs As
De alcances muy limitados y acotados para quienes tengan domicilio aquí. Permite la obra social o los créditos en conjunto, y la pensión o la licencia por enfermedad de la pareja (de un organismo público porteño).
2007…. 323 uniones (68 entre personas de igual sexo)
2003…..111 (79 homosexuales)
2004…..163 (94 homosexuales)
2005…...203 (91 homosexuales)
2006……200 (según datos provisorios, 60 homosexuales)