La obra que provocó el derrumbe del gimnasio en Villa Urquiza y mató a 3 personas estaba “perfectamente habilitada”. El obraje del arroyo Maldonado donde murió un trabajador, y fue ocultado durante meses, estaba por supuesto “perfectamente habilitada”. El boliche de Palermo en donde hoy se derrumbó un entrepiso y mató a 2 personas estaba “perfectamente habilitado”. La lista podría seguir con los muertos por falta de anestesistas en los hospitales o con el bebé que no aguantó el frío por vivir en la calle con sus padres, entre otras cosas. En todos estos casos el Gobierno de la Ciudad dijo haber hecho lo correcto.
Para todas estas desgracias el jefe de Gabinete de la Ciudad y el mismo Mauricio Macri, tuvieron respuestas y actitudes “perfectamente correctas”. Y cuando se sintieron un poquito apretados contestaron que la estructura de la administración local no cuenta con los recursos humanos para realizar los controles necesarios.
Suponiendo que se le da crédito a las explicaciones de estos funcionarios, la pregunta aparece implacable: ¿Por qué “habilitan perfectamente” obras, boliches o comercios si no tienen las herramientas para hacer frente a una demanda de controles semejante?
Pero analicemos otra opción también barajada por Macri o Rodríguez Larreta. La corrupción estructural recibida, esos nichos que parece que todavía no pudieron desarmar. También esta variante pone en crisis las respuestas ofrecidas. ¿Para qué habilitan semejante cantidad de comercios u obras si no tienen la certeza de que los recursos humanos con los que cuenta la ciudad son confiables? Son sus propias explicaciones las que hablan de la incapacidad y la ineficacia. Y las que incentivan las peores sospechas sobre sus verdaderas intenciones asumidos como mediocres gerentes de lo que es de todos.
Los techos de las escuelas porteñas se caen. Los funcionarios reconocieron que sólo ejecuturaron el 7 % del presupuesto para el área. Los adolescentes que se rebelan no son “niños bien” que reclaman por estufas (que tienen derecho a tener) o activistas kirchneristas (que tienen derecho a ser). Son jóvenes hartos de Macri y sus veleidades. Que lo ven haciendo alharaca en la tele inaugurando calles, plazas, teatros, bicisendas, apaleando al gobierno nacional por no hacer lo que tiene que hacer y encima, saliendo en las revistas del corazón como un galancito, mientras también desfinancia la salud. No lo respetan. Ya le picaron el boleto. Para estos chicos, que empiezan a descubrir cómo es la vida y a definir qué les gusta y qué no, y a ver qué mundo les estamos dejando, Macri no tiene ninguna autoridad moral.
Estos días de derrumbes de techos de escuelas y de entrepisos de boliches, el jefe de Gobierno porteño está en Europa. No está muy claro haciendo qué. Tal vez envíe desde allí algún mensaje avisando que está “coordinando vía Twiter las tareas de los equipos que trabajan en el derrumbe” (cosa que efectivamente ocurrió pero para mandar condolencias). Entonces algunos que todavía lo siguen promocionando como candidato a Presidente se sentirán aliviados. Y lo dirán en las páginas de opinión del diario del domingo. Y el jefe de gabinete se mantendrá pétreo en la tele con sus respuestas correctas. Y algunos canales de noticias encontrarán la manera de sacar de la pantalla las imágenes del drama porque Macri se puso al frente de la tragedia. Él tiene espaldas para cargar con varios muertos en una actitud perfectamente correcta.
viernes, 10 de septiembre de 2010
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